La Iglesia de la Inmaculada Concepción Ixnahualtongo se encuentra a pocos metros al sur del Mercado de Sonora. Este pequeño y emocionante barrio conserva gran parte de la tradición del propio mercado. En sus pocas cuadras, encontrarás todo tipo de vendedores de productos esotéricos para ritos de santería, brujería, animismo y muchas otras variedades de folclor local, como la Santa Muerte. También abundan la escultura y la artesanía.
Los inicios del vecindario se remontan a un pueblo llamado Huitznahua, que fue probablemente una tribu de base familiar. Su barrio era conocido como Huitznahuatonco, que significa “lugar de los dioses del sur”. Como es común, hay variaciones en la ortografía del nombre, entre ellas Huiznahuatonco e Yznahuatonco, que también podría traducirse como “lugar de espinas”. Estos pobladores eran muy respetados, ya que tenían la responsabilidad de crear la imagen de Huitzilopochtli, el principal dios del sol para todo el pueblo mexica.
Tras la llegada de los españoles, el barrio pasó a estar bajo el control de muchas parroquias, aunque se desconoce cuando fue que la Inmaculada Concepción se impuso al resto. Por este patronazgo, el barrio, que era parte de San Pablo Teopan/Zoquipan en 1574, fue conocido durante mucho tiempo como La Conchita. Una bien documentada reforma parroquial de 1772 colocó esta capilla bajo el control de Santo Tomás la Palma.
En 1845, dos terremotos dañaron gravemente el campanario, pero un inventario de 1850 apuntaba los rieles de hierro para los dos púlpitos y un riel de comunión semicircular. Poco después, durante el período de la Reforma, la iglesia se mantuvo abierta por orden del gobernador del Distrito Federal.
En 1902, el barrio albergó brevemente las estatuas de los Indios Verdes, aunque posteriormente se halló un emplazamiento permanente para las gigantes figuras de bronce. Esto fue en la parte superior del Paseo de La Viga, el importante canal y vía de acceso al centro de la ciudad.
La industrialización del sur de la ciudad trajo consigo las fábricas de ácidos “La Gran Unión” y “La Viga”. Fábricas de cuero, pegamento, ladrillo y establos de animales dibujaron los ferrocarriles que transcurrían entre La Viga y San Antonio Abad, alrededor de los cuales se acabaron construyendo grandes edificios residenciales para albergar a los numerosos trabajadores y sus familias. Los constructores de la Unidad Kennedy, al este en el Jardín Balbuena, buscaron mejorar esta misma vivienda.
Fuentes citadas en esta entrada:
Instituto Nacional de Antropología e Historia, México –
Coordinación Nacional de Monumentos Históricos.
Ficha del Catálogo Nacional de Monumentos Históricos Inmuebles número
I-09-02600 . -. Disponible en:
http://catalogonacionalmhi.inah.gob.mx/consulta_publica/detalle/14132
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