Parque Nacional Fuentes Brotantes de Tlalpan

El Parque Nacional Fuentes Brotantes de Tlalpan puede tener la entrada más discreta del mundo. Cualquiera podría pensar que no es más que una calle más del barrio. Pero si atraviesas la calle, encontrarás una reserva natural completamente aislada del resto de la ciudad.

El objetivo del parque nacional es conservar los manantiales que fluyen desde las laderas de la Sierra del Ajusco-Chichinauhtzin hasta el lago que se encuentra en el centro del parque. El nombre bien podría ser “Parque Nacional de los Manantiales”. Declarado parque nacional en 1936, hoy en día alberga senderos naturales, un área de juegos para niños, una zona de comida y un pequeño lago en el que viven patos, peces y tortugas. El decreto original asignaba unas 129 hectáreas. Muchas habían formado parte del rancho Tochtihuitl, pero ya eran zonas de recreo populares.

En la actualidad, el parque tiene sólo ocho hectáreas, todas ellas dentro del pueblo de Santa Úrsula Xitla. El bosque está formado por cedros y eucaliptos, con algunos robles y pinos.

Leyendas

El cuento más famoso de la zona es el de “La Llorona de las Fuentes Brotantes”, o pregonera de los manantiales y del bosque. La leyenda habla de una mujer vestida de blanco y con una larga melena negra. Fue vista en el bosque por un hombre que volvía del trabajo, después de medianoche. Se cree que está abrumada por el dolor y no faltan testigos que la han oído llorar, incluso se dice que sus gritos y aullidos resuenan entre los árboles, incluso a cualquier hora del día.

Otra leyenda se refiere a un trabajador del parque que conoció a la legendaria Llorona. En la época en que se declaró el Parque Nacional, se nombró a un tal Dionisio Yepes como cuidador. Una noche, mientras paseaba por el recinto, observó a una mujer en la orilla del lago, en apuros y pidiendo ayuda. Al acercarse a ella, el impacto de lo que vio fue tan grande que cayó inconsciente. Al día siguiente, cuando lo encontraron aún en el suelo, se quedó perplejo y a partir de entonces se quedó ciego.

En el recorrido del parque que hace un bucle desde Insurgentes Sur y de vuelta, no te pierdas la Capilla del Calvario. Ha sido un punto de referencia en el barrio durante siglos.