Pueblo Tizapan

El Pueblo Tizapan es, de los diez asentamientos originales de  Álvaro Obregón, uno de los menos conocidos. Justo al suroeste de San Ángel, a veces se le sigue llamando Tizapan-San Ángel. En apariencia, a algunos aficionados a la Ciudad de México les parecerá que es la periferia de San Jerónimo. De hecho, comparte con San Jerónimo algunos de los antiguos afluentes, hoy calles, del antiguo río Magdalena. Asimismo, gran parte de la topografía y la historia están relacionadas.

El pueblo de la leyenda

Tizapan es casi tan antiguo como sus ríos, e igual de legendario. El nombre en náhuatl se traduce simplemente como “sobre la tiza” o “sobre la tierra blanca”. Las leyendas cuentan que los antiguos mexicas fueron enviados aquí para ser asesinados por las serpientes que entonces abundaban en la zona. Sin embargo, los antiguos condenados pueden haber salido victoriosos, pues las mismas leyendas dicen que ellos acabaron comiéndose a las serpientes. La leyenda puede referirse al conflicto entre los mexicas y los tepanecas. Tizapan fue un asentamiento decididamente tepaneca, dependiente de la antigua Coyoacán.

Evangelizado tempranamente, Tizapan se convirtió en dominio de los dominicos con su llegada a la Nueva España. Su primera ermita se convirtió en Iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe en el siglo XVIII. Para entonces, la ciudad era la sede de la floreciente industria textil. Esto se recuerda especialmente en el extremo este del actual barrio en la monumental Plaza Loreto que ocupa algunos de los antiguos edificios de la fábrica. La ciudad era también el centro del comercio de los productos de los numerosos huertos frutales, alimentados por los mismos ríos que alimentaban las fábricas textiles. Estos huertos se extendieron especialmente hacia el norte y el este, siendo el más famoso el de Chimalistac.

Tizapán hoy

Tizapan creció junto con San Ángel, que se había convertido en el siglo XIX en una comunidad de residencias de verano. Entre éstas había algunas mansiones considerables y el pueblo vecino también alcanzó su propia afluencia. El Pueblo Tizapan se convirtió en una comunidad vecina de huertas y paseos ahora transitables, las otrora extenuantes vías fluviales industriales convertidas en pintorescos telones de fondo para cuando las primeras cámaras fotográficas llegaron a la zona.

Hoy en día, la ciudad se menciona casi exclusivamente en relación con la gigantesca Bandera Monumental. También lleva el nombre de San Jerónimo. Pero con el Parque Batán en un extremo, un gran complejo comercial en el otro y uno de los barrios más televisivos de la ciudad, todavía hay muchas cosas que merecen la pena visitar.

Fuentes citadas en esta página:
Ricardo García López, Punto de parida, No. 117/Crónica, Una senda hacia Tizapán
http://www.puntodepartida.unam.mx/index.php/407-punto-de-partida/
no-0117/630-0117-cronica-una-senda-hacia-tizapan-ricardo-garcia-lopez