Estela de Luz

La Estela de luz es, quizás trágicamente, un monumento casi perdido en sus propias controversias. Encargado para conmemorar tanto el Bicentenario de la Independencia de México como el Centenario de la Revolución Mexicana, nunca se ha recuperado del todo de los escándalos que llevaron a su tardía inauguración.

Sin embargo, el monumento ofrece hoy una especie de lección sobre cómo ver el arte público. El proyecto para conmemorar estos dos aniversarios se anunció con retraso y se le denominó accidentalmente como un “arco” incluso después de haber ganado el premio de diseño. Posteriormente, se vio envuelto en acusaciones de corrupción y contabilidad, y el presupuesto final triplicó la cantidad original para la construcción y la inauguración de la obra.

Pasados los aniversarios de la Independencia y de la Revolución, finalmente se presentó a un público ya hastiado en 2012. Y a partir de ahí, las auditorías y las revelaciones de esas auditorías no hicieron más que continuar con un aluvión de denuncias.

El apodo más duradero del monumento es la suavicrema, por una popular marca de galletas de barquillo.

Para los visitantes internacionales, es fácil entender por qué los habitantes de Ciudad de México no miran el monumento. También es fácil ver que pueden estar perdiéndose, irónicamente, de algo profundo y maravilloso que contemplar.

Contenido emocional dentro del diseño minimalista

Sin duda, es demasiado fácil comentar la Estela de Luz como una respuesta a los rascacielos que se están construyendo incluso cuando el monumento se planificó, se construyó y se inauguró. Véase la foto más reciente de la Torre Mayor en la actualidad para entender mejor el mundo de los rascacielos en México.

Sin embargo, se podría perdonar que hoy se piense que el ganador del concurso para el monumento del bicentenario, el arquitecto César Pérez Becerril, logró un diseño más exitoso de lo que gran parte del público puede conocer. Las estelas son una forma antigua de monumento. Son piedras altas o pilares que suelen llevar inscripciones, estar talladas en relieve o estar pintadas. También es una forma común en el mundo antiguo y, sobre todo, en el nuevo. Las estelas se encuentran en África, Asia, el antiguo Egipto, ampliamente entre los antiguos mayas, y en Perú.

Esta forma se utilizaba para hacer declaraciones, para indicar leyes o decretos dados, y para simplemente marcar fronteras, territorios y límites. También son muy a menudo un lugar para registrar y promover la reputación de gobernantes y reyes. Las lápidas pueden considerarse propiamente tipos de estelas.

Para los visitantes es difícil, y a veces incluso chocante, enfrentarse al largo conflicto de México entre estilos y siglos que compiten entre sí. La Fuente de Petróleos se inauguró el mismo año que el Monumento a los Niños Héroes, a pocos metros de la Estela de Luz. Y ambos parecen, hoy en día, sufrir mucha más invisibilidad que la Estela. Uno tiene razón al sugerir que ninguno de ellos merece la desestimación que tan fácilmente reciben, aunque todos por razones totalmente diferentes.

El minimalismo podría considerarse el heredero del funcionalismo que tanto domina el siglo XX mexicano. Eso es cierto incluso cuando ese siglo se sacudió el academicismo y la alegoría del siglo XIX, que aún se manifiesta en los monumentos de 1952 mencionados anteriormente.

Y por todo ello, lo que César Pérez Becerril dio a la ciudad, y al país, presenta lo que el minimalismo es a veces muy bueno: un monumento a nosotros mismos, con todas nuestras controversias, escándalos y vergüenzas, intactas y al descubierto para que el mundo las vea.

Igualmente notable, el Centro de Cultura Digital, construido y presentado junto con el monumento, presenta un enfoque totalmente diferente del mundo. Está dentro del mismo complejo, justo en la planta baja, y prácticamente sin presencia arquitectónica, ni escándalo alguno.