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Palacio de la Condesa de Miravalle

La Casa de los Condes de Miravalle es notable en muchos sentidos y probablemente uno de los más atractivos es que visitarla resulta fácil y la entrada es gratuita.

Hoy, el edificio alberga un centro comercial bastante chic. Es de buen gusto y un poco caro, pero vale la pena visitarlo. También hay un hotel muy elegante, un restaurante y todo lo que acompaña a un centro comercial exclusivo. El hecho de que todo esté dentro de una estructura histórica tan notable es solo una razón más para amar la Ciudad de México.

El edificio
La casa fue construida por Alonso Dávalos Bracamontes de Ulibarri y de la Cueva (1645-1711). Él fue el primer Conde de Miravalle, y un criollo prominente que había heredado una fortuna. Según la leyenda, sus antepasados se habían casado con miembros de la familia de Moctezuma II y esto sólo aumentó su fama. Con el matrimonio vinieron los derechos sobre Tlacopan, la actual Tacuba, que era considerada la finca más grande del noroeste de la cuidad. Sus descendientes disfrutaron de muchos privilegios durante la era colonial.
Construido en el siglo XVII, es probablemente el más antiguo de los “Palacios de los Condes” de la Cuidad de México. La riqueza de este conde era tan grande que, para construir esta casa, se tuvieron que unir varias estructuras existentes. El edificio ha sido remodelado en numerosas ocasiones desde el siglo XVIII. Su diseño colonial aún es evidente en su fachada, paredes y piedra de cantera.
La fachada se remata con pináculos a lo largo del techo. Estos se pueden ver en la mayoría de los palacios barrocos en el centro de la ciudad, un recordatorio de las almenas que habrían flanqueado edificios españoles anteriores. En 1846, el edificio pasó a albergar el Ateneo Mexicano, fundado por Ángel Calderón de la Barca, primer embajador de España en México. Durante 80 años a partir de entonces (1850 – 1930), el Hotel Bazar, uno de los más importantes de la cuidad, ocupó el edificio.

Francisco Sergio Iturbe
En 1930, Francisco Sergio Iturbe adquiere la propiedad. Iturbe, mecenas del arte, estuvo en compañía de pintores y escultores de la época. Él honró el edificio con una dignidad que le permitió sobrevivir al siglo XX mejor que otras estructuras similares. Iturbe transformo todo el edificio para convertir parte del hotel en su propia residencia y el resto en espacios comerciales más pequeños. Pidió a Manuel Rodríguez Lozano que realizara el mural en el rellano de la escalera imperial. Titulado “El Holocausto,” Lozano completo la obra en 1944.

Iturbe donó una escultura de piedra llamada Las Comadres a un parque en Coyoacán. Más tarde, recuperó la escultura citando la falta de interés de las autoridades del parque. Del artista Mardonio Magaña, la obra todavía se encuentra en el rellano de la escalera del edificio en la actualidad.

En 1983 los señores Salvador Sandoval O. y su esposa, Carmen Jiménez Sandoval, compraron la casa y encargaron al arquitecto Miguel Miñón restaurarla con la ayuda del Instituto Nacional de Antropología e Historia y el Instituto Nacional de Artes Finas. A inicios de Diciembre de 1988, la Casa de los Condes de Miravalle se convirtió en un centro comercial.