Monumento a los Peregrinos

El Monumento a los Peregrinos es el inicio tradicional de la Calzada de los Misterios. La calle se extiende desde aquí hacia el norte y llega a la Basílica de Guadalupe en poco más de 3.5 kilómetros. Antiguo camino, originalmente cruzaba el dique construido por orden de Netzahualcóyotl en 1449. Sagrada, ya entonces, la calle conducía al santuario de la antigua Diosa Madre, Tonantzin. Más tarde, durante la época colonial, se convirtió en el Santuario de la Virgen de Guadalupe . La devoción a este culto siguió creciendo en importancia hasta finales del siglo XX.

Huelga decir que esa devoción también contribuyó a mantener la importancia de la calle durante ese mismo largo periodo. Los peregrinos y aquellos cuyo sustento dependía del paso diario de los devotos comenzaron a construir santuarios a lo largo de la vía. En la década de 1670, el arquitecto Cristóbal de Medina Vargas propuso la formalización de estas paradas intermitentes en monumentos que representaran los 15 “Misterios” del Rosario católico. Las obras comenzaron en 1675.

Estos monumentos se mantuvieron orgullosos durante unos 300 años. Pero a finales del siglo XX sólo quedaban ocho de los 15 originales. En 1997, Ciudad de México puso en marcha un proyecto para sustituir los siete que faltaban y restaurar los demás, al tiempo que la calle se convertía en un paseo transitable. Todo ello en previsión de la visita prevista del Papa Juan Pablo II en 1999.

La cruz monumental se colocó entonces. Con 22 metros de altura, se basa en la Cruz de la Evangelización entregada por el mismo Papa a Santo Domingo en la República Dominicana para conmemorar cinco siglos de proselitismo en las Américas. No es algo que se recuerde a menudo hoy en día. La única característica de diseño que ambas cruces tienen en común es la muesca diagonal en la parte superior.

La cruz pasó a llamarse Monumento a los Peregrinos. El Papa Juan Pablo II la bendijo durante su visita en 1999.

En la base hay cuatro figuras religiosas que representan a los primeros peregrinos evangélicos. Tradicionalmente, se trata de Pedro de Gante, Juan de Ayora y Juan de Tecto, los franciscanos que llegaron en 1523. Un cuarto representa a los dominicos, que llegaron en 1526.

Sea o no peregrino, la Calzada es un recorrido histórico y fascinante.