Fotografía: Monocromo82 en Wikimedia Commons.
La Capilla del Señor de la Humildad es más conocida como la Capilla del Manzanares. Amada, sobre todo, por sus diminutas dimensiones, es un exquisito ejemplo del barroco de su época, sin importar que su tamaño siga siendo un misterio.
Según la leyenda, es la única que queda de las siete ermitas que mandó construir el propio Hernán Cortés a mediados del siglo XVI. Los manzanares, de los que la calle toma su nombre, hace tiempo que desaparecieron. Durante el siglo XVI, la población enteramente indígena se ganaba la vida no sólo con las manzanas, sino en el comercio de canoas que llegaban desde Xochimilco por la Acequia Principal. Esta vía de agua, de gran importancia, se cerró a finales del siglo XVII para consternación de la población. Podríamos entender algo del carácter de la zona desde esa época.
Capilla de los Ladrones
Con el cierre de la vía fluvial, sólo podemos especular que la zona este de la ciudad entró en una espiral de resentimiento que duró plenamente hasta finales del siglo XX. Al parecer, el barrio de la Merced siempre ha sido la guarida de los ladronzuelos y las trabajadoras sexuales. De hecho, a menudo se dice que la ermita era el lugar donde pedían perdón antes de volver a las mismas ocupaciones más tarde en el mismo día.
La ermita, reconstruida como capilla, no aparece en los planos arquitectónicos de la ciudad hasta después de 1793. Es de suponer que fue durante los últimos años del Barroco cuando se terminó esta capilla, en el lugar de lo que probablemente era una estructura mucho más humilde.
Con una planta rectangular y una cúpula octogonal, la capilla mide apenas nueve metros de largo por cuatro de ancho. Los campanarios cuadrados, inusuales en el centro de la ciudad, llevan pilastras pareadas y la puerta de arco de medio punto. En el segundo cuerpo destaca el relieve de la cruz, custodiada por dos ángeles arrodillados. Encima se encuentra la ventana octogonal del coro, con columnas a ambos lados.
En el interior, el retablo barroco dorado se enfrenta a los 20 fieles que llenarán la capilla. También hay esculturas de la Virgen María, San José y Jesús. La capilla, incluso al aire libre, está siempre limpia y bien cuidada. De ello se encarga una orden local de monjas carmelitas.
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La primera Academia y Museo de Bellas Artes de las Américas.
Una plaza legendaria en el Barrio Merced...
Uno de los centros culturales de mayor relevancia histórica en el Centro Histórico...
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