La Embajada de Rusia en México se encuentra en una legendaria mansión en una esquina del barrio de La Condesa. Es un lugar emblemático y un punto de referencia frecuente para los habitantes de Ciudad de México. Viendo la barda exterior de la residencia no es posible imaginar los hermosos jardines que la habitan y la belleza de la construcción.
La famosa mansión data de 1911, en el ocaso del Porfiriato. La casa se construyó sobre los restos de la Hacienda Santa Catarina del Arenal, que producía pulque, carne de res y frutas, y que ocupaba la mayor parte de la Condesa que hoy conocemos y que incluía partes de las colonias Roma y Juárez. La hacienda que había sido fundada en 1610 fue adquirida por el Conde de Miravalle en 1704 para regalársela a su esposa. El nombre con que hoy conocemos esa colonia (La Condesa) es por ella, María Magdalena Catarina Dávalos de Bracamonte y Orozco, la tercera Condesa de Miravalle.
La finca fue vendida por los Miravalle en 1825. En 1869 fue adquirida por la familia Escandón. Una nieta, Dolores Rubín Escandón la recibió como regalo de bodas en 1911. La mansión se empezó a construir poco después. Don Fernando Gómez de Parada, su nuevo marido y también arquitecto, contó con Mauricio de María y Campos Elguero para intervenir en la obra. De María y Campos ya había convertido el incendiado Teatro Iturbide en el Palacio Legislativo de Donceles que hoy vemos, aunque su carrera se detuvo cuando murió en 1912.
La Casa de Gómez de Parada/Rubín llegó a albergar de alguna manera a los nueve hijos de la pareja, aunque la Revolución Mexicana hizo estragos a su alrededor. A pesar de los notables trastornos, permanecieron en la casa hasta 1922, el mismo año en que la nueva URSS abrió su primera embajada. La mansión vacía fue finalmente alquilada al gobierno brasileño. Lo utilizaron como embajada durante algunos años. Pero en 1942, la URSS compró la casa con la intención de reabrir su propia embajada aquí.
Desde entonces, la propiedad ha sido objeto de especulaciones. Se cree que fue especialmente importante durante los años 50, en plena guerra fría. Con la disolución de la Unión Soviética y el fin de la Guerra Fría, el edificio se convirtió en la Embajada de la Federación Rusa en 1991.
Sigue siendo una propiedad notable, y una esencial para cualquiera que deambule entre la Condesa y Tacubaya.
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