Fuente de la Templanza

La Fuente de la Templanza es una fuente semielíptica en el parque de Chapultepec. Se encuentra justo enfrente del famoso ahuehuete El Sargento, en la Calzada del Rey, uno de los paseos más importantes del parque. Al igual que gran parte de la Ciudad de México, la escultura de la fuente tiene una historia curiosa.

La escultura es una de las cuatro encargadas en 1907 por el presidente Porfirio Díaz para adornar la Secretaría de Relaciones Exteriores. Su sobrino, el arquitecto Nicolás Mariscal, trabajó con el escultor Enrique Guerra para crear las cuatro esculturas figurativas. Las cuatro figuras de Guerra representan las virtudes cardinales de la justicia, la fortaleza, la prudencia y la templanza. Sus modelos de yeso fueron enviados al taller del artesano Alessandro Lucchetti en Carrara, Italia. Regresaron a tiempo para el Centenario de la Independencia y se colocaron en la fachada del edificio del ministerio a mediados de 1910.

Permanecieron en la fachada del edificio hasta 1923, cuando todo el lugar fue finalmente demolido para la ampliación del Paseo de la Reforma. En ese momento, las obras pasaron a los sótanos del Palacio Legislativo, donde permanecieron hasta 1931. En ese año, el presidente Pascual Ortiz Rubio ordenó que las esculturas fueran colocadas en el bosque de Chapultepec. Pero, el gobernador de Veracruz argumentó que las obras debían trasladarse a la ciudad natal del escultor Enrique Guerra. Éste se había criado en Xalapa, la capital de Veracruz. Allí están la Justicia, la Prudencia y la Fuerza. Chapultepec sólo recibió la modesta Templanza. Y por eso la fuente lleva el nombre sólo de la templanza, hasta el día de hoy.

Por cierto, Xalapa tuvo una buena copia de la Templanza tallada en mármol en los años 70. La otra obra más famosa de Guerra en Ciudad de México se encuentra en la Avenida Juárez, frente a la Alameda Central. Titulada Flor de Fango, Guerra creó la obra en bronce en 1908.

Hoy en día, la Fuente de la Templanza es un notable y profundo rincón sombreado del parque. No es sólo un buen lugar para presenciar el chapoteo del agua, sino un rincón contemplativo en el que todo lo bueno de la ciudad, de alguna manera, sigue estando aunque no siempre esté completo.