Donceles 66 es uno de esos edificios de color rojo sangre, revestidos de tezontle, que los habitantes actuales de la ciudad suponen que ha estado ahí desde siempre. La Academia Mexicana de la Lengua se trasladó a Iztaccíhuatl 10, en la Colonia Florida, al sur de la ciudad. Lo que dejó atrás es un edificio legendario en una calle legendaria.
La mansión, que hoy alberga numerosas librerías, un restaurante y una cafetería, así como galerías de arte, salas de reuniones y más, se terminó de construir en 1756. Desde entonces, ha sido escenario de leyendas, cuentos y rumores.
En 2019, un escritor de la revista Chilango documentó algunos de los aspectos inquietantes de la historia del edificio. Al parecer, el nombre de la casa de los ahorcados proviene de los fantasmas que cuelgan de los balcones. Esto, acorde a los trabajadores de la editorial Jus, que aún se encuentra en el edificio. Los fantasmas, sin embargo, no deambulan solos; se ha visto a una mujer paseando a un niño fantasma.
Y lo que es más inquietante, los trabajadores de la construcción del edificio informaron de que uno de ellos quedó paralizado tras ver un fantasma. Estuvo a punto de suicidarse en la fuente central del patio, antes de recuperar la cordura.
La historia de Chilango continúa citando al escritor de terror Bernardo Esquinca, quien señala que la casa está maldita. Al parecer, en una de las columnas del edificio se esconde una calabaza; cuando unas brujas curanderas fueron convocadas para arreglar las cosas, incluso ellas se retiraron angustiadas. Es así de poderoso.
No obstante, los visitantes del lugar son bienvenidos. Hay una pizzería muy apreciada, además de la galería de arte y muchos otros servicios abiertos al público. En general, el edificio es acogedor y un curioso ejemplo de casa señorial de su época.
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