Memorial de las víctimas de la violencia del Estado

Desde el nombre que lo designa, para algunos Memorial de las víctimas de la violencia del Estado, para otros más simplemente Memorial de las víctimas de la violencia en México, este monumento, ubicado en la prolongación occidental del Bosque de Chapultepec, es uno de los más controvertidos y perturbadores de todos los que hay en Ciudad de México.

El proyecto de este monumento conmemorativo fue concebido y comenzado al final de la administración gubernamental encabezada por el presidente Felipe Calderón en 2012, pero se concluyó un año después cuando ya era presidente Enrique Peña Nieto. En las primeras fases de su planeación participaron muchas organizaciones opuestas al incremento de la violencia en el país, pero una a una, casi todas terminaron por retirarse y manifestar su desaprobación. Su argumento fue que no era suficiente con recordar a las víctimas, sino que la responsabilidad gubernamental en el incremento de la violencia también tenía que ser llamada a cuentas.

Los nombres incluidos en el memorial son los de personas asesinadas en numerosos y sangrientos incidentes de violencia, bastantes de los cuales fueron relacionados con el narcotráfico. Pero el manejo, si no es que la responsabilidad directa de varios niveles de gobierno (federal, estatal y/o municipal) en esos episodios condujo a muchos miembros de las organizaciones anti-violencia a insistir que la palabra “Estado” debía ser incluida en el rango conceptual que abarcaba el título del memorial. Pero esto no fue bien recibido por varias de las autoridades participantes en el proyecto.

No hace falta señalar que bastantes nombres de víctimas se han agregado, e incluso los hay repetidos, pues el acero oxidado en las superficies de las placas invita a ello.

El Memorial de las víctimas de la violencia del Estado está mal situado; demasiado lejos de cualquier punto que pueda llamar la atención decisivamente. Quizás haya muchos a quienes convenga que éste sea el caso. La visita al memorial invita a la reflexión, aunque un sentimiento lúgubre surge al caminar por esa parte del bosque.