San Mateo Tlaltenango es uno de los cinco pueblos originarios de Cuajimalpa. Se menciona por primera vez en la historia en el Códice Quauhximalpan. Era parte de la finca, enorme y efímera, de Hernán Cortés cuando se convirtió en el Marqués del Valle de Oaxaca. La población original incluía tanto a nahuas como a otomíes.
El nombre náhuatl puede ser traducido como “en las paredes de tierra”. Su historia es larga y detallada. Además, Tlaltenango participó en muchos de los conflictos que acosaron al primer estado mexicano.
Hoy en día es un pueblo de una montaña escarpada y parcialmente boscosa con un clima fresco y acogedor. Está a solo unos minutos en coche de la mayor parte de la zona de Santa Fe. El centro comercial y el Parque La Mexicana están a unos 8 minutos en coche con poco tráfico.
La construcción de la Iglesia de San Mateo Tlaltenango fue iniciada en 1571 por los franciscanos. Primero fue dedicada a San Juan Bautista, quien se dice que guió a los franciscanos a este lugar. Años más tarde, el mismo santo indicó a los carmelitas que debían construir el Monasterio del Desierto de los Leones. Así que, cuando llegaron, en 1700, los residentes volvieron a dedicar esta iglesia a San Mateo.
Con fachada barroca y efigies del Santísimo Sacramento y de la Virgen María, está rematada por un frontón triangular. Los dos campanarios flanquean la única nave de la iglesia. Las ventanas están decoradas con alegorías en vitrales y la pared está adornada con una serie de pinturas del siglo XVI. Una remodelación de la fachada añadió las piedras de cantera, y un reloj fue desmantelado y presumiblemente perdido durante una rehabilitación posterior.
La iglesia es el centro de las festividades religiosas el 21 de septiembre en honor a San Mateo. La celebración dura generalmente tres días, e incluye bailes regionales, bailarines, arrieros y cantantes.
Cercano a 1.59 kms.
Cercano a 1.72 kms.
Cercano a 2.10 kms.
El histórico y encantador San Pedro Cuajimalpa está en lo alto de las montañas de la Ciudad de México.
El punto más alto de la ciudad, escarpado y maravilloso.
Una historia de ganadería tan escarpada como sus altos árboles y su paisaje montañoso.
Entre las escarpadas colinas de Cuajimalpa, uno de los asentamientos originarios continúa existiendo de forma espectacular.