Un callejón estrecho y empedrado, cuya anchura apenas alcanza los 4 metros. También es el legendario lugar de manifestaciones demoníacas.
El Barrio de Santa Catarina es un barrio colonial que conserva algunos de los rasgos de la época: el Callejón del Aguacate es uno de los más destacados.
La arquitectura del siglo XVII y una escala que apenas admite vehículos modernos definen el callejón como nostálgico y algo macabro a la vez. Es una combinación que hace de este callejón el escenario de muchas leyendas.
La más famosa es la de un niño y el soldado que resentía la atención inusual que el niño prestaba al uniforme y a sus galas. Se dice que el soldado se limitó a golpear al niño, sin darse cuenta de su delicadeza. Se dice que el niño cayó muerto por el golpe.
En su enajenación y penitencia, el soldado habría colgado el cadáver del árbol de aguacate que da nombre a este callejón. Los vecinos afirman haber oído gritos y ruidos en la noche, especialmente entre las crujientes ramas que se agolpan en el callejón. Otros aseguran haber visto el paso de una pequeña sombra.
En un nicho situado en la esquina del callejón aún se encuentra la figura de la Virgen María. La misma leyenda afirma que el asesino del niño la colocó aquí, para expiar su pecado y pedir perdón.
Al ser una zona residencial, se aconseja cierta discreción, sobre todo si se visita de noche, lo que generalmente se desaconseja. Al no haber recibido nunca la afirmación de ningún perdón divino, se dice que el soldado puede seguir viéndose, desolado, devastado, acechando las sombras del callejón, la redención se aleja aún más en la sombra azul más profunda que corre entre las piedras.
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