El Templo de Jesús María destaca hoy en día por el número de estatuas religiosas que flanquean la calle a la que da nombre el antiguo convento. Hoy, las estatuas forman un improvisado atrio a lo largo de la calle. Las personas familiarizadas con la arquitectura religiosa reconocerán este recinto como convento debido a las puertas de entrada dobles que hay a lo largo de esa calle. Éstas se atribuyen a Manuel Tolsá. Cada una está rematada por un escudo con un águila y una serpiente y la corona real.
El nombre que tuvo en su fundación, en 1578, fue Convento Real de Jesús María y Nuestra Señora de la Merced, la tradición dice que aquí fue enterrada una hija ilegítima de Felipe II, Micaela de los Ángeles. Las mismas leyendas mencionan a veces que murió aquí, demente, sin haber cumplido los 17 años. No cabe duda de que algunos descendientes de los conquistadores españoles vinieron a vivir aquí. El convento era principalmente para las mujeres que carecían de una dote suficiente para contraer un matrimonio provechoso. La ayuda de la corona española cubrió la necesidad de alojamiento e instrucción religiosa de las mujeres que no esperaban entrar en un buen matrimonio.
El convento real se trasladó a este lugar en 1582. La construcción se inició en 1597 y el templo se consagró en 1621. Los anexos aportaron varios edificios contiguos y la construcción se prolongó hasta 1673. El arquitecto Alonso Martínez López, maestro de obras de la Catedral, participó en algunas de estas primeras obras. En 1721, Pedro de Arrieta sustituyó la cubierta de madera por techos abovedados. El claustro actual se terminó en 1775. Amplias reformas entre 1802 y 1812 dieron al templo el actual estilo neoclásico. El arquitecto José Antonio González Velázquez realizó estas obras en las fachadas, la cúpula y el coro.
Con las Leyes de Reforma, las hermanas fueron ex-claustradas en 1861. Al convento de Regina Coeli llegaron 29 de ellas. Intentaron recuperar brevemente el convento durante la intervención francesa, pero fueron expulsadas de nuevo con la restauración de la República. En 1874, la propiedad fue dividida y parte de ella cedida al gobierno. El templo fue declarado monumento histórico en 1931. No se reabrió como iglesia hasta 1961, tras haber sido restaurado en gran medida para ello.
Como convento, se recuerda hoy como uno de los más grandes, ricos y mejor decorados. La cúpula cubierta de mosaicos y sus 17 vitrales lo demuestran. Varios altares y retablos barrocos se perdieron después de 1861. Se cree que la imagen del “Señor del Amor”, un Cristo especialmente joven, es única en la arquidiócesis. Al parecer, los devotos acuden desde Hidalgo, Tlaxcala, Puebla y el Estado de México el 14 de febrero, a mediodía, para celebrar una misa en honor a este Cristo de aspecto particular.
Pero los visitantes que se asoman al interior del Templo de Jesús María son recompensados con creces, ya que pueden encontar numerosas obras de arte y en cada rincón se aprecian las evidencias de un rico pasado.
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