Santa María la Redonda, Santa María Cuepopan

Santa María la Redonda es una de las iglesias más reconocidas en el centro de la ciudad por la calidad de la iluminación a pesar de que la luz apenas alcance el interior.

El ápice es casi circular. Es un ejemplo único del barroco novohispano, por lo que se le ha llamado la máxima expresión del barroco. Sin embargo puede parecer un edificio de ladrillo cualquiera con excepción de la esquina que ocupa en la colonia Guerrero.

De hecho, el barrio de Santa María fue parte del barrio de Cuepopan, que significa “junto al camino”. El terreno era la primera línea para defender de invasores que llegaban de la calzada Mexico-Tacuba. Una capilla fue construida en 1524 como uno de los templos para los indígenas de la zona. Dedicada por los franciscanos a Santa María de la Asunción, al final del siglo XVI tenía una escuela para indígenas. El templo se completó en 1677 y fue reconstruido entre 1731 y 1735 en estilo barroco.

Al frente del templo hay un atrio con árboles y una pequeña plaza. Las misas del domingo son acompañadas por música de mariachi pues está muy cerca a la Plaza Garibaldi  donde se congregan estos músicos.

Las leyendas

La estatua principal de la Virgen de la Asunción ha estado rodeada de leyendas por siglos. Se dice que la cabeza y las manos fueron traídas desde España por el sacerdote Rodrigo de Sequera, quien se las dio al sacerdote de la parroquia. Éste se las dio a una joven indígena que se ofreció a completar una estatua que sostuviera la cabeza y las manos. Al llegar a su hogar encontró tres labradores que buscaban trabajo. Les proporcionó lugar en su casa para trabajar y después de tres días la estatua estaba completa. Sin embargo los tres trabajadores nunca fueron encontrados.

Esta virgen desapareció del altar principal y fue remplazada por una imagen de yeso. Se descubrió que la estatua original reapareció en la iglesia de Candelaria de los Patos. Después de una investigación se reveló que la virgen había sido tomada de la iglesia de San Jeronimito cuando el techo colapsó.

Fuentes citadas: 
Angeles González Gamio, La Jornada: Santa María la Redonda