El Mercado de la Bola, conocido oficialmente como el Mercado Ajusco Montserrat, se encuentra entre los mercados públicos más queridos de la ciudad. Es famoso por ser uno de los mercados más pintorescos desde la transformación de los antiguos tianguis callejeros a espacios cerrados.
Ligeramente más grande que cualquier cosa a su alrededor, el Mercado de la Bola se destaca por su enorme y abovedado techo rojo. Aunque algo no menos notorio es la facilidad con la que los clientes se pierden en su interior. Típico en muchos sentidos, con vendedor tras vendedor de verduras, carne, frutas, piñatas, queso, crema y más, es indudablemente el más grande y mejor abastecido de su área.
Como todo mercado en la Ciudad de México, los locales están divididos en secciones: el centro está ocupado por tiendas de comida, carne y fruta, y en los extremos hay productos muy variados.
Los puestos que están en el exterior son ambulantes, así que van y vienen según los días de la semana. El Mercado de la Bola también es muy apreciado por tener por primera vez algunas actividades culturales organizadas por los propios comerciantes. Las agrupaciones musicales del “Vive Bola” todavía se escuchan en distintos días y lo convierten en un lugar único y lleno de vida para almorzar o ir de compras.
El Ajusco es tal vez mayormente famoso por su suelo volcánico fértil que, sin embargo, es difícil de cultivar. Con dos iglesias católicas muy queridas, es sobre todo un área residencial, excepto por el largo corredor comercial de la avenida Aztecas. Los lugareños la llaman avenida de las Torres, por las torres eléctricas que bordean gran parte de su extensión.
Cercano a 0.61 kms.
Cercano a 0.93 kms.
Cercano a 0.95 kms.
The informal commercial center of curiously colorful Pedregal de Santo Domingo . . .
The meadows of Coyoacán never looked better than at the market . . .
One of Coyoacán's great neighborhood markets in the heart of Churubusco . . .
A terrific central market for the Pedregal de Santa Úrsula . . .
A market for Coyoacán's illustrious colonia Avante . . .