La Fuente de Petróleos Mexicanos también conocida como Monumento a la Industria Petrolera de México, puede causar cierto choque cultural para los visitantes internacionales, ya que no es un monumento fácil de entender.
Actualmente, sólo es realmente visible por unos momentos, al pasar al oeste por Paseo de la Reforma. Esto es una lástima porque, como cualquier buen monumento, sólo es posible entenderlo al examinar los elementos que lo constituyen y al comprender que rinde tributo a una industria mexicana. También hay que indagar en parte de la cultura y complejidad que conforma el país y su capital. Puedes leer un poco más en el desplegable de la parte inferior de esta página.
Es un monumento a la expropiación, es decir, a la nacionalización de la industria petrolera mexicana. Obra del arquitecto Vicente Mendiola Quezada y del escultor Juan Fernando Olaguíbel Rosenzweig, fue construida y presentada al público en 1952. Es la última de las glorietas situadas a lo largo del Paseo de la Reforma, cada una de las cuales tiene algún tipo de monumento público o escultura, salvo la llamada Glorieta del Ahuehuete.
La Fuente de Petróleos fue situada originalmente en una rotonda de tráfico donde había una gasolinera que estuvo ahí durante casi medio siglo. La superación del desnivel del terreno requirió un importante ingenio arquitectónico. El monumento incluye múltiples fuentes superpuestas entre sí y un enorme pilar que lleva un grupo alegórico esculpido de figuras.
Varios de estos representan la liberación económica mexicana a través de la nacionalización de la industria petrolera en 1938. Con 55 metros de diámetro y 18 metros de altura, la escultura está fundida en 18 toneladas de bronce.
Tanto Mendiola como Olaguíbel se representan como figuras dentro del conjunto escultórico. El conjunto contiene algunas alegorías comunes del siglo XIX. Las ruedas radiadas para simbolizar el ritmo del progreso y los engranajes para identificar la industria, son ejemplos evidentes; la victoria se muestra sin alas, desnuda y triunfante, en el punto más alto.
No será un monumento visitado popularmente en la actualidad y es probable que tampoco lo sea en el futuro, pero entenderlo proporciona una visión excepcional del México de mediados de siglo y sus continuas reverberaciones.
Comprender la escultura monumental en México, particularmente hasta alrededor de 1960, comienza con una comprensión de la Revolución Mexicana y la relativa inestabilidad que produjo siendo un movimiento tan amplio. Esto también ayuda a explicar el movimiento muralista en la pintura. Es necesario examinar cuidadosamente el realismo socialista de la Unión Soviética y el de los muchos países dentro de la esfera de influencia de la URSS. Los movimientos académicos del siglo XIX -y su fuerte uso de la alegoría- también son importantes para una comprensión del Estado, especialmente de un estado posrevolucionario joven. Tal Estado tiene un gran interés en la expresión ideológica en el arte que está muy en juego en gran parte de la escultura de este período. Esta tradición de la escultura conmemorativa fue tanto una herencia como la continuidad del arte del siglo XIX. Hoy situada en una intersección vertiginosa, la fuente casi no se puede observar.
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